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Carta para Ana

Un día cualquiera. Juan y Brigitte se enteraron de que iban a ser padres. Él estaba asustado, pero feliz. Ella, sólo Dios sabe en que estaba pensando.

Unos meses más tarde, y sin decir absolutamente nada, Brigitte se fue sin dejar rastro alguno; mientras tanto, Juan casi muere de pena e incertidumbre, preguntándose qué fue lo que hizo mal.

Pasados casi cuatro años, así como se había ido, un día Brigitte apareció en la puerta de Juan con una pequeña niña a la que llamó Ana, la dejó en manos del sorprendido hombre y, sin dejar tiempo para preguntas se marchó.

Juan, lejos de molestarse, asumió la situación con tranquilidad y se esforzaba en aprender sobre la marcha, eso de ser PADRE.

Pero al destino aún le quedaba una jugada por hacer, al poco tiempo, él se enteró de que padecía una enfermedad terminal y que le quedaba un año de vida... Juan invirtió ese año en tres cosas: Amar intensamente a su hija, dejar sus asuntos en orden y escribir una carta que decía: 

 

"Mírate mi niña, eres la mejor parte de mi, mi sol... Lamento no poder verte crecer.

Yo no elegí partir, la muerte decidió por mi.

Cuando descubras el amor; sientas la pena o el dolor, en el silencio llámame, te hablaré en el viento que roce tu piel.

No te abandonaré jamás"

Cuenterourbano

Cuenterourbano

Juan Guillermo Vargas
MMXVII
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