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Delirio mañanero

 

-Gentil como la caricia de una amante…- frente al espejo observo como la máquina se desliza por el rostro mientras obra su milagroso trabajo de quitarme esta cara de náufrago y hacerme lucir cinco años más joven de lo que soy. Suena entonces la alarma de la cafetera, seguida por el aroma maravilloso que sólo puede emanar del café. Casi podría jurar que hoy será un buen día para ser yo.

 

Pero eso es una soberana patraña, sólo soy un guiñapo, suspiro y lamento: Lástima que no me puedo cortar el cuello con una afeitadora eléctrica.

Cuenterourbano

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