top of page

El anciano que escribía cuentos

 

 

Ana trabajaba en un asilo para ancianos.

Desde el primer día sintió curiosidad por uno de los residentes, era el único a quien nadie visitaba y pasaba los días escribiendo historias sobre todo lo que se le ocurría.

 

Aquel anciano tenía una profunda melancolía en su mirada, y a duras penas hablaba con los demás.

 

Una tarde ella se acercó y le preguntó por sus historias; el anciano no dijo nada.

 

Después de varias semanas insistiendo, Ana supo que esos cuentos hablaban de las penas y recuerdos del viejo y que llevaba más de 40 años escribiéndolos. De alguna forma ella consiguió que él se abriera.

 

Durante una de las cada vez más frecuentes y largas charlas entre ambos, el anciano confesó su más doloroso recuerdo. Le habló sobre una mujer a la que amó con toda su alma, de cómo ella lo dejó al borde de la locura y acerca de una hija a la que nunca conoció… la hija se llamaba Ana, igual que ella, y por eso el anciano había decidido confiar.

 

Pasados dos años de casi amistad, el hombre falleció y dejó todas sus pocas posesiones  en manos de Ana… Mientras las revisaba encontró un viejo aparato en el cual había unas cuantas fotos.

 

Ella las estaba observando y sintió que se moría, cuando descubrió una imagen del hombre con la mujer de la que le había hablado… esa mujer era su madre.

Cuenterourbano

Juan Guillermo Vargas
MMXVII
bottom of page