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El repartidor de periódicos.


 

Lunes, 7:30 am.

Por enésima vez, aquel jovencito llegaba tarde a la clase de matemáticas y el profesor, indignado a más no poder, decidió que le iba a enseñar, a reglazos en las manos, el valor de la puntualidad…

 

Martes.

Se repitió la escena.

 

Miércoles.

El muchacho siguió llegando tarde, y el profesor siguió dándole reglazos.

 

Jueves, 4:00 am.

Luego de darle largas al asunto durante mucho tiempo, el profesor decidió, al fin, salir a trotar. Mientras recorría las desiertas y oscuras calles del barrio, vio de lejos a un muchacho que, en bicicleta, repartía periódicos de casa en casa. 

Se acercó un poco más, para acabar descubriendo que, ese repartidor de periódicos era su alumno, aquel que todos los días llegaba tarde a su clase de las 7:00 am.

 

7:30 am de aquel mismo jueves.

El jovencito entró al salón corriendo y extendió la mano, en espera del acostumbrado reglazo… pero esta vez, el profesor soltó la regla, tomó las manos del muchacho y, casi llorando dijo: -Por favor, ¡Perdóname!. No sabía que llegabas tarde a mi clase por trabajar desde tan temprano… si lo deseas, puedo darte las lecciones por la tarde- 

Cuenterourbano

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