top of page

El último carnaval

​

 

Estaban por comenzar las fiestas patronales en el pueblo cerca a la montaña. Todos estaban rebosantes de alegría mientras adornaban carrozas con flores y pintaban las casas para la celebración.

 

Faltando apenas dos días, un científico del gobierno llegó a la alcaldía exigiendo que se ordenara la inmediata evacuación. Por más que se esforzó en convencer al alcalde de que se acercaba un desastre, este se negó a cancelar la feria, pues según él, en más de 300 años de aquel pueblo jamás se había producido una emergencia, y ya tenían mucho dinero invertido para perderlo.

 

El científico no se rindió, y recorrió las calles con un parlante diciéndole a la gente que se marchara, pues en menos de una semana el pueblo seria borrado del mapa. Sólo unos cuantos hicieron caso y de forma silenciosa empacaron lo que pudieron para irse.

 

Irritado, el alcalde ordenó que arrestaran a ese loco que estaba llenando de pánico a las pacificas gentes de su pueblo.

​

Al dar comienzo a las fiestas, todo transcurría con normalidad, y los más, hacían chistes sobre las advertencias de ese extraño.

Llegado el tercer día de la feria, mientras todos bailaban y gozaban en la plaza, se oyó un estruendo y la tierra tembló; la montaña que cuidaba del pueblo rugió lanzando lava y rocas a su alrededor.

​

No hubo tiempo para nada, en cuestión de 15 minutos un río de fuego devoró la Villa.

 

Los escasos que se habían marchado vieron desde la carretera cómo las palabras del científico resultaban ciertas "en menos de siete días este pueblo dejará de existir".

Cuenterourbano

bottom of page