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El viaje final de Don Libardo

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Don Libardo era uno de los miles de conductores de bus que sirven en Medellín.

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Como todos los días, a las cuatro de la mañana, prendió el carro para iniciar su labor; pero algo andaba mal en su corazón; una idea le carcomía el pensamiento. A sus 60 años se dio cuenta de que era invisible.

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Con profunda tristeza vio en su mente a las miles de personas que le decían "Buenos días" sin siquiera mirarlo a la cara, a los que le daban unas gracias vacías.

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Mientras recorría las mismas calles que recorría desde hacía veinte años, se preguntó por qué se había vuelto invisible, si toda su vida había sido un señor honrado, trabajador esforzado, amigo leal y una alma caritativa.

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Subió el volumen del radio para tratar de calmar su tortura, pero un oficinista malhumorado le gritó que le bajara, pues no podía hablar por el celular.

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Fue la gota que derramó el vaso; Don Libardo decidió que haría algo para que todos lo vieran... Al menos por un día, todos sabría quien era Don Libardo. Pisó el acelerador a fondo y lanzó el vehículo, con todo y los treinta pasajeros que llevaba, por un puente.

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Su deseo se cumplió... Al día siguiente, la comidilla en Medellín era ese conductor que se mató, matando a treinta en el proceso.

Cuenterourbano

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