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Todo era mentira
Luego de muchos años trabajando intensamente, el predicador falleció.
Al entrar en el cielo se sintió satisfecho, pues era lo que esperaba por tantas almas a las que había ayudado a salvarse.
Mientras caminaba por el lugar, la sonrisa se le cayó del rostro cuando, sobre una nube, vio en una animada charla a varios de sus más enconados detractores, junto a un par de rastafaris, un anciano sacerdote, e incluso entre los que escuchaban estaba su primo, de quien se avergonzaba, por ser homosexual.
Indignado y lleno de curiosidad fue hasta el mismísimo Dios y le preguntó por qué esas personas, impías y equivocadas en su opinión, estaban allí.
El Padre se quedó mirándolo con toda la fuerza del universo, y tiernamente le respondió: "Todos me hacen la misma pregunta, te diré por qué estás TU aquí: siempre quisiste estar cerca de mí, pero en algún momento me perdiste de vista. Y por el miedo que sentías acabaste pensando que debías tenerme miedo en lugar de amarme.
No contento con tu miedo te dedicaste a hacer que muchos otros me temieran con tus discursos y fantasías".
Confundido, el hombre se justificó en lo que decían los libros, la justicia y otras cosas; a lo que el CREADOR respondió: "Si todo lo que dijiste fuera cierto, TU MISMO serías el menos bienvenido aquí.
La buena noticia es que a pesar de todas las calumnias que levantaste en mi contra, nunca dejé de amarte y cuidarte.
Espero que acá aprendas del amor que no quisiste gozar en la Tierra".